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Deutsche Bank, Barclays y Axa entran en el 'banco malo' español como inversores

Los bancos Deutsche Bank y Barclays y la aseguradora francesa Axa forman parte de los inversores privados de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), -el 'banco malo'-, para absorber los activos inmobiliarios tóxicos de las entidades bancarias españolas, anunció la Sareb este martes.

Los bancos Deutsche Bank y Barclays y la aseguradora Axa forman parte de los inversores privados de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), -o 'banco malo'-, para absorber los activos inmobiliarios tóxicos de las entidades bancarias españolas, anunció la Sareb este martes.

En total, los inversores privados aportaron 524 millones de euros, y el fondo público de ayuda para los bancos en dificultades 431 millones, precisa la Sareb en un comunicado. Los inversobres privados representan un 55% del capital y los públicos un 45%, como deseaba el Gobierno español.

"Con la entrada de nuevos inversionistas en el capital social de la Sareb, están presentes prácticamente todas las principales entidades financieras y de seguros de España", precisa la Sareb.

Entre las 14 nuevas entidades presentes en el capital inicial de esta estructura figuran también ocho bancos nacionales, entre ellos Ibercaja y Bankinter, y tres seguros españoles, como Mapfre, agregó la Sareb.

El jueves, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) había anunciado que todos los grandes bancos del país participaban en el aumento de capital, con excepción de BBVA: Santander, primer banco por capitalizaciones de la eurozona, aportó 164 millones de euros; CaixaBank, 118 millones de euros; Sabadell, 66 millones de euros; Banco Popular, 57 millones de euros; y Kutxabank, 25 millones de euros.

De aquí al 31 de diciembre, la Sareb depositará fondos propios necesarios, es decir 3.800 millones de euros, para poder absorber los activos tóxicos de los cuatro bancos españoles nacionalizados: Bankia, Catalunya Bank, NovaGalicia y Banco de Valencia, por un monto estimado en 44.000 millones de euros de activos.

Esta estructura era una de las condiciones impuestas por Bruselas para otorgar una ayuda al sector bancario español, muy afectado por los activos arriesgados desde que estalló la burbuja inmobiliaria, en 2008.