El Banco Central de Japón inyecta liquidez, presionado por el poder político

El Banco Central de Japón (BoJ) decidió este jueves flexibilizar su política monetaria con la inyección de más liquidez y podría revisar su objetivo de inflación, bajo la presión del primer ministro electo, Shinzo Abe, cuya prioridad es estimular la economía.

El Banco Central de Japón (BoJ) decidió este jueves flexibilizar su política monetaria con la inyección de más liquidez y podría revisar su objetivo de inflación, bajo la presión del primer ministro electo, el conservador Shinzo Abe, cuya prioridad es estimular la economía.

Los nueve miembros del comité de política monetaria de la institución decidieron mantener la tasa directora día a día entre el 0 y el 0,1% y aumentar en 10 billones de yenes (119.000 millones de dólares) a 101 billones de yenes, su programa de adquisición de activos (compra indirecta de bonos del Tesoro y de obligaciones del Estado).

Este dispositivo de compra de activos financieros fue puesto en práctica en octubre de 2010 y aumentado sucesivamente con el objetivo de ayudar a Japón a luchar contra la mala coyuntura mundial que reduce la demanda exterior y permitir contrarrestar la deflación que frena la actividad interior. Este programa se suma a otros, entre ellos las líneas de crédito abiertas para los bancos a tasas bajas para periodos diversos para incitar a prestar más a las empresas y para el consumo.

Es la quinta vez este año que el BoJ activa la máquina de billetes. Este jueves, el Banco de Japón dijo que "juzgó apropiado tomar medidas fuertes adicionales para evitar que la economía japonesa se desvíe del camino hacia un crecimiento moderado". Varias señales muestran en efecto que Japón atraviesa un nuevo periodo de recesión, afectada por la crisis de la deuda en Europa, los sobresaltos de la economía estadounidense, los efectos del vigor subsecuente del yen así como la desaceleración de los encargos de los clientes chinos derivadas de las tensiones entre Tokio y Pekín.

En su comunicado, el BoJ precisa también que podría revisar su objetivo de inflación, fijado actualmente a 1%. El tema se discutirá en la próxima reunión de la junta en enero. Los miembros de la institución, reunidos el miércoles y el jueves, están más que nunca presionados por el sector político y los mercados que reclaman mayor flexibilidad. El BoJ, una institución independiente del poder político, está además presionado por el futuro primer ministro, Shinzo Abe, líder del Partido Liberal Demócrata (PDL, derecha) que ganó las elecciones legislativas del domingo.

Shinzo Abe, el líder conservador que el próximo miércoles se convertirá en primer ministro, repitió durante su campaña que el BoJ no hizo lo suficiente para apoyar la actividad económica ni para poner fin a la deflación que ralentiza a la tercera economía mundial desde hace tres años.

El futuro primer ministro indicó que fue informado de la intención del BoJ tras una llamada que recibió del gobernador de la institución, Masaaki Shirawaka, "por la mañana", antes de la publicación del resultado de la reunión.

Ante la polémica que causó esta declaración, Shinzo Abe tuvo luego que rectificar y afirmar que recibió la llamada después del anuncio oficial, lo que Shirawaka confirmó. El próximo jefe de Gobierno, a quien no le preocupa el estatuto de independencia del banco central, desea lisa y llanamente un acuerdo formal entre el Gobierno y esta institución para que se fije un aumento anual de los precios del 2%, nivel que debería estimular aún más la actividad.

Por su parte, Shirakawa estimó que el BoJ no puede sólo revertir la situación actual, caracterizada por una zanja entre la oferta y la demanda que acarrea la caída de los precios lo que desalienta la inversión, la progresión salarial y el consumo. "El fin de la deflación y el regreso lo antes posible al camino de un crecimiento moderado serán alcanzados por una combinación de esfuerzos de parte del conjunto de los agentes económicos", subrayó el banco central.

De hecho, Abe reconoce la necesidad de una ayuda estatal y anunció la preparación de un plan de apoyo económico, con una partida de unos 10 billones de yenes. Estas medidas deberían estimular la actividad "con una aceleración del calendario de trabajos de infraestructura que habrían sido necesarios de todas maneras algún día", precisó un allegado a Abe.